Llueven piedras en mi Ensalada César

Mesonera... Hoy quiero una Ensalada César fresca, con lechugas verdes, tan verdes que parezcan retoños de esmeraldas, pedazos de pan tostado, que tengan sabor a largas noches de tertulias y un aderezo medio picante que le retorne la sazón a mi vida.

Un mordisco, y quedé extasiado, con tan solo un pequeño mordisco, es que ya había olvidado lo que se sentía probar todo eso junto, la misma adrenalina que fluye mientras te fumas un cigarro y con una taza de café repites tu nombre y lo que más te gusta hacer. Mientras esperas que todos se dispersen y te quedas mirando hacia el horizonte esperando a que regrese para poder así seguir mirando a través de los ojos, y descubrir más de lo que las palabras dicen.

Crocante, así es la situación, la voz se te quiebra cuando ya no descubres que decir, y te sientas tranquilo mirando por el espejo, y pensando: Cuando será la próxima vez que nos veamos?... Te detienes y una vez más ese silencio íncomodo llena el espacio... Te gusto o no? Gritas en silencio... JA! Ojalá la respuesta saliera de tu boca o tal vez de la mía, nos despedimos una vez más como todas las noches, incluso las noches cuando no estaba contigo.

Mesonera... Mesonera... Golpe rudo a la imaginación... Explíqueme que significa esto? Como es posible que mi Ensalada César esté llena de piedras? Como si ayer esperaba con ansía cada mensaje, hoy todo se ha convertido en un simple juego de cobardes, donde si yo no hablo, ella tampoco... Señor... Su Ensalada César está perfecta... Al parecer donde Llueven Piedras es en su Mente... Lluvia de piedras en mi mente... Yo creo que más bien son los fragmentos de mi ilusión que una vez más se ha derrumbado... Traígame la cuenta por favor... No más Ensaladas por un buen tiempo...